Bienvenido sea el revuelo acaecido estos dos últimos días en twitter a raíz de las declaraciones del presidente del gobierno sobre su intención de proponer una reforma constitucional que limite el déficit público. Aunque me pregunto si la indignación, el hastío, el cuestionamiento, la incredulidad en algunos casos, que recogen los comentarios de los participantes, servirá para ejercer una nueva presión hacia nuestros dirigentes.
Tal vez sea muy osado por mi parte pensar que, de alguna manera, los recursos tecnológicos de que disponemos para expresar el malestar provocado por los abusos y desatinos del sistema establecido, ejercen de válvula de escape contra un sentimiento de frustración. Sentimiento que va generalizándose a medida que vemos recortados nuestros derechos, se precarizan las condiciones de vida de una proporción cada vez mayor de la población y se utiliza el dinero público -el de todos- en cuestiones no prioritarias para el bienestar del conjunto de la sociedad. Si ello fuera así, las redes sociales estarían en cierto modo conteniendo el malestar de la ciudadanía y encauzándolo de un modo no conflictivo al permitir la verbalización de ese malestar. Continue reading






