La revolución de Internet está promoviendo como ningún otro medio, la cultura del “todo gratis”. El hecho en sí no es tal vez ni bueno ni malo. Lo que sí está claro es que la línea entre el uso y el abuso se va desdibujando rápidamente dando pie a conductas ciertamente reprobables. Al menos desde mi punto de vista. La comunidad online es un lugar de consumo de contenidos, pero también, cada vez más, los usuarios y usuarias tienden a la producción de material de todo tipo. A veces con la simple intención de dar a conocer y compartir, otras como una forma de ganarse la vida. Y todo ello es lícito si no media el engaño. Por tanto deberíamos aceptarlo así.
Compartir es enriquecedor cuando genera un flujo de doble sentido y es en ese dar y recibir cuando el todo se convierte en algo mayor que la suma de las partes. Pero a veces , demasiado a menudo, sospecho que eso no es así y que en esta nueva era de la tecnología, el universo virtual contiene una gran cantidad de juegos de suma cero:
Observo a menudo, sobre todo en forums dedicados a temas especializados, como la gente solicita ayuda sobre una cierta cuestión sin tan solo dar las gracias, algo que suele ser pan de cada día. A veces la estructura del mensaje conlleva implícitamente un tono de exigencia, como si quien pide consejo tuviera alguna especie de derecho estatutario a ser contestado o resuelto su problema. La falta de respeto por quienes dedican su tiempo a solventar problemas ajenos se muestra con mayor fuerza cuando comprobamos que un requerimiento o duda ha sido resuelto por activa y por pasiva en más de una ocasión a lo largo de una discusión. Pero claro, el tiempo ajeno no tiene ningún valor para quien elabora la pregunta de que se trate y precisa alusión directa a su persona para sentirse complacida. Un reflejo más de como las personas nos relacionamos en el mundo real.
Tiempo atrás nos resultaba familiar aquel típico personaje que nunca compraba tabaco pero siempre fumaba, o te animaba a invitarlo a una copa so pretexto de haber olvidado la cartera en cualquier sitio o haberle dejado dinero a un amigo. El arquetipo de este personaje ha quedado inmortalizado por ejemplo en el conocido chiste del indio gorrón. No se cual será su antigüedad, pero ya corría de boca en boca hace 30 años y más o menos actualizado se sigue contando actualmente.
De la gorronería ofline pasamos a la del ciberespacio con la misma facilidad que nuestro indio del chiste consigue sacarle un trago al incauto de turno y encontramos lo que pudiéramos llamar su colmo: piratear una conexión wifi para usar gratis Internet. Y es que ir de gorra es toda una forma de vida. No se si deberíamos hablar de piratas o de buitres. Aunque el buitre parece una mala metáfora, pues se alimenta de restos que otros animales dejan abandonados, mientras que quien utiliza una red inalámbrica ajena se está alimentando de “carne fresca”. Tal vez sea pues más adecuado hablar de conductas depredadoras.
Sea como fuere, quien desee eliminar la intrusión ajena sólo puede que proteger su red con un sistema de cifrado adecuado. No soy experta en estas cuestiones, ni tan solo aficionada, así que no puedo entrar a valorar los diferentes métodos y sugerencias que se plantean como solución a este tipo de problemas. Me remito sin embargo al artículo que al respecto publica Softonic, web que me inspira plena confianza y que me pareció muy interesante.
Y ya saben, si su velocidad de descarga está siendo más lenta de lo que debería, tal vez ande merodeando algún indio (o india) de la tribu gorrona.
Imagen: blogs.diariosur.es