Ya sólo faltan ocho días para la llegada de Ubuntu 11.10 Oneiric Ocelot, la nueva versión del eterno aspirante a destronar a Windows 7 y Mac OS X como rey y príncipe, respectivamente, del mercado de los ordenadores domésticos. El sistema operativo de código abierto, libre y gratuito -basado en GNU/Linux y desarrollado por Canonical y su legión de entusiastas- se pone serio en su objetivo de ganarse el corazón de los usuarios de PC y Mac, atacando donde más les duele: la experiencia de usuario… y el precio.
Como arma generadora de expectación, los chicos de Ubuntu han creado la página http://www.thisisthecountdown.com/ desde donde -oh, sorpresa- podemos seguir la cuenta atrás* hasta el lanzamiento del nuevo sistema operativo y la consiguiente “apertura de puertas” para su descarga. Llama mi atención el poderoso y grandilocuente eslogan “A whole new world. A whole new computer.” (algo así como “Un mundo totalmente nuevo. Un ordenador totalmente nuevo”). Puedo comprender que el hecho de abandonar la experiencia Windows o Mac en favor de Ubuntu suponga un cambio conceptual y de estilo. Y quiero pensar que la segunda sentencia va encaminada a la idea tradicional de que los sistemas operativos basados en Linux dan nueva juventud al hardware de nuestros PC’s, sometidos a la insaciable demanda de recursos por parte de Microsoft Windows.
Lo cierto es que Ubuntu 11.10 supone más una evolución que -como se nos quiere vender– un cambio radical sobre la versión anterior, 11.04. Aquella edición trajo consigo un nuevo entorno de escritorio, Unity, que venía a romper con el estilo hasta cierto punto tradicional de Gnome. Unity significó un gran salto hacia el escritorio del Mac; salto que según según los usuarios más puristas fue considerado como directo al vacío y motivo para retroceder al entorno de escritorio anterior. Ubuntu 11.10 implementa muchas mejoras sobre Unity, que afectan no sólo al aspecto visual, sino a la interfaz en sí -mediante simplificación de tareas y optimización de búsquedas-, incrementando al mismo tiempo el rendimiento y la compatibilidad de hardware (en este sentido se ofrecen dos versiones de Unity, denominadas respectivamente 3D y 2D, quedando la última de ellas destinada a ordenadores con tarjeta gráfica de bajas prestaciones). Guste o no el escritorio Unity, la actual Beta de Ubuntu 11.10 está siendo considerada unánimemente como una evolución muy positiva respecto de la edición anterior.
Más allá del conocido sentir de la comunidad Linux, que suele caracterizarse por la defensa a ultranza de sistemas operativos dirigidos a desarrolladores o expertos en informática, deseo conocer la reacción del público -y también de Apple y Microsoft- ante la creciente popularización de las mejores distribuciones basadas en Linux, como son en la actualidad la exquisita Linux Mint y el propio Ubuntu. Éste último ejemplifica la evolución desde una interfaz de usuario dirigida a geeks -como era el caso de su matriz Debian– hacia otra que pretende conquistar al gran público. Porque a la mayoría de los mortales no les importa qué hay dentro de sus ordenadores: lo que cuenta es la información que se maneja, no cómo lo hace el sistema. El gran público ve la informática como un medio, no como un fin. Para los que gusten de lo contrario, existen mil y una distribuciones Linux de calidad. Pero quien busque un sistema operativo que funcione, que le aísle de aquello que no le interesa y que además ¡sea gratis! quizás encuentre en Ubuntu justo lo que necesitaba. Y ahí es hacia donde Ubuntu se dirige desde su nacimiento, hace ya casi siete años: un Linux fácil de usar, y para todos.
Dicho todo esto, ¿cambiarán de bando los usuarios de Windows y Mac? Lo dudo mucho; como tampoco creo que lo hagan los fieles al Linux de toda la vida. Los usuarios de Windows se sienten cómodos ante un sistema operativo compatible con prácticamente todo el hardware y software del planeta, relativamente fácil de usar, fiable (no como antaño) y además preinstalado -y ya pagado- en sus ordenadores. Apple convirtió a sus seguidores hace tiempo, y es difícil razonar con ellos acerca las bondades del software libre, pues sus parámetros son bien distintos: diseño, exclusividad y estatus social. La comunidad Linux, por su parte, es fiel a su profeta Linus Torvalds (mítico creador del núcleo Linux); para muchos de los amantes de aquel sistema operativo, los entornos gráficos son innecesarios (ya que sólo sirven para ejecutar comandos que se podrían teclear directamente en el terminal ;)) y no hay nada más irritante que un escritorio lleno de iconos de colores que pretenden hacerte sentir un idiota. Así pues, no preveo muchos cambios en el reparto del pastel.
Pero hay un pequeño sector de usuarios -y con ellos me identifico plenamente- que están buscando una buena excusa para mandar al garete a los grandes monopolios de la informática doméstica; para estos usuarios, Ubuntu viene a ser, empleando el símil boxístico, “la gran esperanza blanca”. Sería un hecho histórico que Ubuntu -actualmente la distribución Linux más popular y al mismo tiempo tercer sistema operativo más usado en el mundo- superase a Mac OS en cuota de mercado… ¿lo veremos algún día?
* La anécdota sobre la cuenta atrás: no funciona en Chrome 13… sobre Ubuntu.