Cualquier parecido con la realidad será pura coincidencia; pero el anciano Murdoch me viene pareciendo cada vez más a Edgar Hoover. John Edgar Hoover fue el fundador y máximo dirigente del FBI durante 48 años, desde 1924 hasta 1972 (cuando murió). Hoover se convirtió en un verdadero poder en la sombra que sobrevivió a siete presidentes de los Estados Unidos. Alguno de ellos quiso destituirlo pero nunca lo consiguieron debido al poder que acumulaba y los costes que esa destitución les supondría. Incluso se le menciona como involucrado en muertes de presidentes (los Kennedy) y de artistas (Marilyn Monroe). Anticomunista, antisemita y homófobo; estaba por encima del bien y del mal. Mediante todo tipo de técnicas -escuchas incluidas- se hacía con dossieres comprometidos de cualquier personaje… y sacaba provecho de ello.
Ahora Murdoch y/o sus secuaces han utilizado técnicas similares y más avanzadas para dominar las altas esferas. Es conocido el compadreo de los medios de comunicación de Murdoch con la alta clase política conservadora. La adulación por fama y fiesta a políticos y famosos, o las escuchas y el chantaje, es paralela a su crecimiento como holding de empresas de medios influyentes en la opinión pública.
La similitud con Hoover es indudable. Murdoch se ha valido de policías de Scotland Yard para sus asuntos turbios. Incluso hay muertes ahora de dudosa causa en torno al caso Murdoch. Sin embargo, la localización del poder o del centro de gestión de esa maquinaria de escuchas y adulación tienen otro epicentro. Si con Hoover el poder venía de un apéndice del gobierno establecido, con Murdoch el epicentro se sitúa directamente en los medios de comunicación capaces de poner y quitar a su antojo. Si la adulación y las dádivas no funcionaban lo hacían las escuchas.
En democracias menos establecidas seguro que todavía hay “Hoovers” pululando, pero se está demostrando que en los países más avanzados y mediatizados el poder de los medios de comunicación es enorme. Quizás Murdoch o los suyos han caído algunos errores que Hoover no cometería. Pinchar teléfonos de chicas secuestradas o de familiares del 11-S y que te pillen es carnaza para tus enemigos.