España tiene un serio hándicap para el desarrollo maduro de la sociedad de la información y el conocimiento. A esta conclusión llego tras mi experiencia que más abajo detallaré y cuando me paro a ojear noticias e informes. Resulta que las compañías de telecomunicaciones son las que más quejas reciben de los consumidores año tras año. Además, la conectividad a internet es de las más caras y más lentas.
En 2010, según la FACUA, casi una de cada tres reclamaciones gestionadas por esta organización era referente a alguna compañía del sector. De acuerdo con FACUA “los principales motivos de las denuncias son incumplimientos de ofertas comerciales, envíos de facturas después de que los usuarios hubieran solicitado la baja o amenazas con penalizaciones abusivas por anular contratos antes de finalizar los compromisos de permanencia, junto al cobro de llamadas no realizadas o el alta en servicios de mensajes no solicitados o publicitados de forma fraudulenta”. Así es lógico que no resulten nada simpáticas estas compañías. El problema se vuelve superlativo cuando tanta reclamación satura las juntas arbitrales de consumo. Se llega incluso a tener que constituir colegios especializados en telecomunicaciones para intentar descongestionar el volumen de solicitudes pendientes.
Para colmo el servicio que ofrecen es de los más caros de la Unión Europea. Un estudio reciente de la Asociación de Internautas afirmaba que en España, la conexión ADSL es la sexta más cara y la novena más lenta de los 27 países de la Unión Europea. Según INTERNAUTAS “mientras el año pasado debíamos destinar la renta de casi 16 horas para pagar cada factura mensual; este año 2011 necesitaremos una hora más, casi 17, para pagar la misma cantidad”.
Para mi fortuna hasta ahora no había tenido ningún problema con las compañías telefónicas. Las tarifas sí me habían echado para atrás a la hora de contratar servicios más avanzados; pero ningún problema grave más allá de alguna desconexión de la línea. Para mi desgracia eso es historia (espero que solucionable). Movistar me la ha jugado. Hace seis meses pretendí cancelar mi línea telefónica ya que iba a pasar unos meses en Barcelona y dejaba mi piso de alquiler de Sevilla. La comercial agresiva que me tocó me vendió la moto de un servicio de mantenimiento del número a cero euros durante seis meses. Como si me estuviera haciendo un favor. Finalmente accedí pensando que no estaría mal recuperar el número caso de volver a contratar una línea fija. Pasados los seis meses eso no se iba a dar y yo tenía olvidado el asunto. Resultado: me reactivan la línea y me cobran 40 euros.
No tiene ninguna lógica que queriendo solicitar una baja termine contratando una suspensión que activa la línea a los seis meses; y sin avisar. El silencio de las operadoras de atención al cliente con las que conversé me da la razón. Tras un par de llamadas mías y otras de ellos parece que me van a devolver ¿algo? del dinero. Lo que está claro que este tipo de situaciones y esos precios no propicia el despegue de la sociedad de la información y el conocimiento. Sin conexiones baratas y servicio en condiciones, buena parte de la población se abstiene de sumarse a la tecnología.
Actualización: hoy (24/04) he observado que movistart me ha devuelto 40 euros. Bien por ellos.