Eso es lo que está pasando en países con mayores miserias económicas, sociales, políticas y humanas en general. Gracias a Internet, y a un campo abonado de pobreza y móviles, la espita puede estallar en cualquier momento; y el hartazgo explotar y difundirse rápidamente. Es lo que ocurrió en Túnez y está ocurriendo en Egipto; y quién sabe donde más. Algún hecho significativo -una inmolación en Túnez- sale a la luz, las redes sociales, los blogs, y twitter difunden la información; la indignación se extiende como la pólvora; la población se organiza sin grandes centros de decisión, más bien con una idea común o propósito distribuido en la red del que todos se hacen conscientes; y con una fuerza inusitada conquista calles, puentes; hace huir a presidentes endiosados.
Manuel Castells ha definido la wikirrevolución como una revuelta cogenerada sin estrategia central, por la simple indignación de miles de jóvenes dispuestos a arriesgar sus vidas. Ajustaría más esa definición diciendo que es una revuelta que sin estrategia central se organiza a través de internet y sus plataformas de comunicación social, fruto de la indignación de la población y con el objetivo de generar un cambio o transformación radical y profunda respecto al pasado inmediato.
La rapidez de las revoluciones que se están viviendo también sorprenden; pero esta característica es propia de lo wiki. Las adhesiones a los movimientos de respuesta en terrenos abonados para ello pueden darse de forma extraordinariamente rápida frente a otros procesos históricos similares. Las contra-respuestas corren el riesgo de ser sangrientas. Los intentos de frenar estos movimientos cortando el acceso a internet o incluso la telefonía móvil llegarán tarde y aumentarán la indignación. El gráfico de la entrada del post recoge el descenso del tráfico en internet en Egipto fruto de bloqueo de las conexiones ordenadas por el gobierno. Estos intentos de incomunicación y desinformación no impiden que se transmitan videos como este de la manifestación en el puente del 6 de Octubre de El Cairo.
Muy interesante tu web. He compartido este post. Lo que está sucediendo es tremendamente ilusionante e inesperado para mi, no lo vi venir, el régimen de Egipto en peligro, y lo de Túnez, madre mía!!!, y no sé si ya has hablado de ello porque no he podido leer todas tus entradas, pero grande lo de Islandia!!!, que me tiene obsesionada… ojalá prendiera la mecha, aunque no quiero que sea a costa de la vida de nadie
Hola Tanagra,
Le he dedicado una entrada a Islandia como podrás ver. La verdad que tienen una revolución bastante más silenciosa o silenciada. Espero que te guste.
Un saludo,
Pablo
MOISÉS NAÍM
Ola de cambio en el mundo árabe – La diplomacia
NI FACEBOOK, NI TWITTER: SON LOS FUSILES
La de Túnez fue la Revolución de Wikileaks y la de Egipto fue la Revolución Facebook. Gracias a Wikileaks, los tunecinos conocieron el cable donde el embajador estadounidense revelaba la extraordinaria corrupción del dictador y su familia. En Egipto, fueron los jóvenes hartos de Hosni Mubarak y su régimen quienes se encontraron y organizaron a través de Internet. Facebook y Twitter hicieron posible que, por fin, el pueblo se lanzara a las calles. El resto es historia.
Pues no. Esta no fue ni es la historia. Esta incompleta visión de lo que allí sucedió no ayuda a entender la marea árabe y su posible evolución de aquí en adelante.
No hay duda de que las redes sociales, en especial Facebook y los mensajes a través de Twitter, o las filtraciones de Wikileaks, tienen algo que ver con los alzamientos populares en el mundo árabe. Algo. Pero explicar lo que sucedió en Túnez, Egipto o Libia primordialmente en términos del impacto que allí han tenido las nuevas tecnologías de información es una exageración.
Esta perspectiva no nos explica, por ejemplo, por qué Libia, un país con una bajísima penetración de Internet (cerca de 350.000 usuarios en una población de más de seis millones) o en Yemen, con índices aún más bajos, han sido de los países más sacudidos por las revueltas populares. Una de las sorpresas de las protestas callejeras en Egipto ha sido su diversidad social, religiosa, generacional y regional. Y aunque en Egipto hay proporcionalmente más usuarios de Internet que en el resto de la región, cabe suponer que un porcentaje importante de quienes participaron en las revueltas no tiene una cuenta en Facebook ni tuitea; muy probablemente ni siquiera usa regularmente Internet.
Claro que, una vez que surge un grupo de líderes coordinados por Internet y que logra movilizar a un número mayor de seguidores, muchos otros que comparten sus exigencias y deseos de cambio se les unen, habiéndose enterado a través de canales distintos a Internet. Aquí, la frase más importante es “que comparten sus exigencias y deseos de cambio”. Es esta frustración generalizada, producto de décadas de malas políticas económicas, combinadas con vasta corrupción, creciente desigualdad y una amplia desesperanza, lo que crea la motivación para tomar las plazas. Y ver por televisión que en otros países esto da resultados y que el pueblo en la calle logra derrocar a un dictador que hasta hace poco era intocable también es una potente fuerza movilizadora. Y en esto los canales de noticias en árabe que llegan vía satélite han sido una fuerza mucho más poderosa que Internet.
Pero, quizás, lo más relevante es que la fascinación con el papel de las nuevas tecnologías en los cambios políticos en el mundo árabe ha opacado la importancia que en todo esto ha tenido una vieja tecnología: los fusiles. El papel de las Fuerzas Armadas en lo que sucedió en Túnez o Egipto ha sido tanto o más determinante que Facebook. En estos países, los militares les quitaron el apoyo a los dictadores, y a estos no les quedo más opción que irse. Si bien inicialmente fueron los grupos en Facebook quienes convocaron a los egipcios a la plaza de Tahrir, fue el Ejército el que hizo posible que la plaza se transformara en el lugar donde las familias podían ir sin miedo a manifestar su repudio al régimen. Afortunadamente, los militares egipcios no tuvieron la propensión genocida de algunos de sus colegas libios. En Libia, las Fuerzas Armadas se han fragmentado y algunas unidades y los mercenarios de Gadafi han estado dispuestos a liquidar a sus opositores. Otros uniformados están luchando al lado del pueblo. Si los militares no se hubiesen dividido y todos hubiesen acatado las órdenes de Gadafi de “matar como ratas” a quienes protestan en las calles, el futuro del régimen libio no estaría en duda.
Como ya he escrito en otras columnas, al final los que definen cuándo y cómo muere una dictadura son los militares. ¿Y qué tiene que ver Internet con todo esto? Mucho menos de lo que estamos leyendo y oyendo en las noticias de estos días.
Reconocer esta realidad ayuda a vislumbrar mejor el futuro político de los países sacudidos por estas revueltas populares. En Egipto, por ejemplo, a menos que la presión popular continúe, obligando a las Fuerzas Armadas a aceptar reformas más profundas, la revolución solo habrá servido para reemplazar una pequeña élite corrupta por otra. Los militares egipcios son un importante factor económico y obtienen enormes beneficios de las malas políticas que tienen a miles de jóvenes egipcios sin empleo y sin futuro. Y quitar los privilegios al estamento castrense seguramente exigirá mucho más que montar una página en Facebook o denunciarlos en Twitter.
mnaim@elpais.es
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Facebook/Twitter/fusiles/elpepiint/20110227elpepiint_6/Tes
http://www.periodistadigital.com/mundo/africa/2011/02/27/moises-naim-tunes-egipto-libia-wikileaks-facebook-twitter-fusiles-ejercito.shtml