¿Qué riesgos afrontan nuestros y nuestras menores en sus experiencias en Internet? ¿En qué medida son conscientes los padres y madres españoles de los diferentes peligros a que se exponen sus menores y qué medidas toman para protegerlos?. A tenor de los resultados de la encuesta EU Kids Online, los progenitores españoles tenemos una larga tarea por delante.
La red EU Kids Online es un programa incluido en el Safer Internet Programme financiado por la Comisión Europea en el que participan 25 países europeos. El objetivo principal de este ambicioso proyecto es – tal como indica el propio informe- mejorar el conocimiento sobre las experiencias y la práctica online de los menores europeos entre 9 y 16 años, con el fin de diseñar políticas más seguras en Internet. El informe de la encuesta española, publicado el pasado mes de marzo, ha sido dirigido por Maialen Garmendia, junto a Carmelo Garitaonandia, Gemma Martínez y Miguel Ángel Casado, de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea bajo el título: Riesgos y seguridad en internet: Los menores españoles en el contexto europeo.
Desde aquí mi más cordial enhorabuena al equipo investigador por su excelente informe.
Calificaba este proyecto de ambicioso por su alcance, extensión y profundidad y creo que merece la pena destacar algunas de las características que lo hacen especialmente relevante y singular. Sobre todo porque los diferentes medios de comunicación que han hecho uso del mencionado informe y ávidos de cifras estadísticas, no han tomado las debidas precauciones al dar unos porcentajes que son promedios sobre variables de edad, género y estrato socio-económico, dónde la incidencia de los riesgos estudiados se comporta de forma heterogénea para alguna de esas variables. Tratándose de un estudio cuantitativo, es necesario tener una cierta idea sobre la metodología empleada y otros aspectos técnicos de la encuesta si queremos utilizar e interpretar de forma adecuada los resultados obtenidos, más allá de un frío conjunto de porcentajes arrancados de contexto.
Ya en su anterior trabajo, EU Kids Online, categorizó los riesgos que amenazan a los menores en Internet (riesgos de contenido, de contacto y de conducta). Recogiendo así fenómenos que empiezan a tener cada vez más incidencia en nuestras latitudes, como es el caso de los contenidos violentos, pornográficos o racistas, pero también el bullying, grooming o sexting. Esta segunda fase del proyecto es un intento de medición de la incidencia, distribución (por edades, género y estrato socioeconómico) y gravedad de los daños percibidos por el menor, así como de medición de la percepción de los progenitores sobre la incidencia de dichos riesgos.
Otras singularidades de la presente investigación que destacaría, son:
- permitir un análisis comparativo entre diversos países europeos
- inclusión en la población de la muestra de menores de 9 a 16 años que usan Internet, por tanto teniendo presente esa tendencia a introducirse en el mundo online, a edades cada vez más tempranas
- elaboración de pruebas piloto que permitieron constatar las reacciones y el nivel de comprensión de las preguntas del cuestionario, así como su depuración
- encuestas cara a cara, en las que se dejó un espacio privado para contestar aquellas preguntas más íntimas, embarazosas o explícitas, esto resulta fundamental para conseguir un máximo de veracidad en las respuestas
- estudio centrado en los propios niños y niñas
- contrastación sistemática de las percepciones de riesgo entre menores y progenitores
Una de las cuestiones a destacar en base a los resultados es el lugar en que los menores se conectan a Internet. Se parte de la hipótesis de que a mayor privacidad, mayor exposición a los riesgos online, dado que la privacidad limita o impide el control de los progenitores u otros adultos sobre las actividades de los menores. En este sentido, un 42% de nuestros menores declaran usar Internet en su habitación u otra no compartida. Se observa también que ese lugar de uso aumenta a medida que lo hace la edad del menor. Si junto al distanciamiento y aislamiento que acompaña la pubertad, se produce la conexión a Internet en el dormitorio adolescente, estaremos fomentando lo que Carles Feixa ya describía en 2005 como la cultura de la habitación, en su publicación La habitación de los adolescentes. La receta de algunos expertos: crear espacios digitales comunes en el hogar. Si esto se fomenta desde la primera infancia, realizar este tipo de actividades en familia, se convertirá en algo “natural”, de forma que permitirá a los adultos un conocimiento y control efectivo de las experiencias online de los más pequeños y una comunicación más estrecha en la que compartir dudas y sugerir comportamientos adecuados frente a situaciones de riesgo. En definitiva una auténtica educación para la navegación segura.
En cuanto a los dispositivos de acceso a Internet, los niños y niñas españoles se desmarcan de la media europea, ya que predomina la conexión mediante PC o portátil, ya sean compartidos o no y sólo un 6% se conecta mediante móvil. Este dispositivo presenta mayor exposición a los riesgos online, ya que permite navegar eludiendo con mucha facilidad el control de los progenitores. Sin embargo debemos estar preparados para una tendencia al aumento del uso de este tipo de dispositivos para acceder a Internet entre los más jóvenes, a medida que el mercado del smartphone se sature y las compañías reorienten su marketing hacia segmentos de población cada vez más jóvenes.
Referente a la percepción de los padres respecto a la exposición de sus hijos a contenidos de riesgo, las conclusiones son muy diferentes si se compara globalmente la percepción del conjunto de los padres con la del conjunto de los menores -siendo en este caso bastante similares- que si se contrastan las percepciones de los progenitores con las referidas por sus propios hijos cuando éstos han experimentado una incidencia. En este segundo caso las percepciones de los progenitores infravaloran la exposición a imágenes sexuales (excepción hecha de los menores de 11 y 12 años), sexting, encuentros con extraños conocidos por Internet o bullying respecto de las referidas por sus hijos. Por poner un ejemplo, del 4% de los niños que dicen haber sufrido bullying, el 69% de los progenitores afirmaban que sus hijos no habían sufrido este tipo de experiencia. Se da además la particularidad de que a mayor edad del menor, mayor es el desconocimiento de sus progenitores sobre los peligros que le acechan.
No cabe duda de que la concienciación es un elemento clave para iniciar la toma de medidas de seguridad y esta tarea puede ser afrontada con éxito desde la Administración a través de campañas informativas bien diseñadas, pero también a través de la escuela, como institución capaz de llegar a todos los niños y niñas y de sus respectivas asociaciones de madres y padres.
Está previsto en el próximo trabajo de EU Kids Online, centrar el estudio en las medidas de seguridad adoptadas por los padres y madres europeos.
Una vez más la solución parece estar en la concienciación, la comunicación y escucha activa hacia nuestros menores y la educación en conductas orientadas al uso seguro de las nuevas tecnologías. No creo por otro lado, que la formación de los progenitores en las nuevas tecnologías, sea necesaria en ese objetivo de lograr una navegación segura para los menores. Más bien diría que quien quiere, se interesa y preocupa, encuentra la manera. Viejas recetas para nuevos entornos de socialización, entretenimiento y construcción de la identidad.
Fotografía: parasaber.com